La casa que refugió a soldados nazi en el norte de Francia cumple 90 años

María Paula Muzzachiodi
8 min readJul 4, 2022

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Pero fue mucho más que eso. Un recorrido en imágenes de una casa con una historia de película.

El contrafrente de la Villa Cavrois vista desde el jardín. Foto propia.
El contrafrente de la Villa Cavrois visto desde el jardín. Foto propia.

Ejemplo de la arquitectura moderna de comienzos de siglo XX, la Villa Cavrois es una construcción de ladrillo visto de color amarillo. La rodea un parque grande y simple, y cuenta con una piscina que bordea el costado exterior sureste de la casa. Es de tres pisos y tiene realmente de todo: terrazas, escaleras caracol exteriores, formas geométricas dignas de Mondrian, ventanales que atraviesan habitaciones, baños con calefacción central y bidet, una cocina con heladeras hechas a medida, ascensor, radio integrada en las paredes… y una historia increíble.

Escalera caracol exterior. Foto propia.
Escalera caracol exterior. Foto propia.

La Villa Cavrois es un edificio situado en Croix, una ciudad del norte de Francia muy cercana a la frontera con Bélgica. Eso quizás explique tanto ladrillo visto — pero esta no es una típica maison 1930 como las que se encuentran en la zona.

Integralmente restaurada por el estado francés en una tarea que llevó 15 años y un presupuesto que superó los 20 millones de euros, en 2003 pasó a ser parte de la red francesa de monumentos históricos.

El arquitecto que la concibió, Robert Mallet-Stevens, integró materiales industriales como el vidrio y el metal con materiales nobles (mármol sueco, mármol de Siena, nogal, peral y maderas exóticas) cuidadosamente seleccionados, sin ostentación pero con una calidad excepcional.

Hasta aquí, parecería que lo extraordinario es solo su modernidad. Pero, además de una concepción y arquitectura de avanzada, ha conocido habitantes de todo tipo.

El comedor infantil. Foto propia.

Sus ocupantes: la familia Cavrois

Paul Cavrois fue un empresario textil, más específicamente un hilandero, de la región de Flandres en el norte de Francia, principal polo textil del país galo. Allí se producen telas de todo tipo que serán utilizadas en la producción de piezas de moda de fast-fashion así como encargos de las principales casas de moda de haute-couture de París.

En 1929, Cavrois le encarga el diseño de una “casa para una familia numerosa de nueve miembros” a Robert Mallet-Stevens, un arquitecto francés, pidiéndole que se respeten ciertos criterios: “aire, luz, trabajo, deporte, higiene, comodidad y economía”.

Parte de la cocina y una de sus ventanas. Foto propia.
Parte de la cocina y una de sus ventanas. Foto propia.

Los amplios y múltiples cuartos de baño, la piscina exterior y el balcón de los padres para hacer ejercicio físico suenan como un manifiesto para un hombre moderno, que alberga una mens sana en un corpore sano.

La piscina. Foto propia.
La piscina. Foto propia.

Durante el siglo XX, la Villa siempre estuvo en manos de la familia, excepto durante la Segunda Guerra Mundial, período en que fue ocupada por, ni más ni menos, soldados nazi durante la ocupación alemana del norte de Francia. Fue en este momento que la casa comienza a conocer un largo período de desgaste e incertidumbre.

El arquitecto: ¿por qué Robert Mallet-Stevens?

“A Monsieur y Madame Cavrois que, gracias a su previsión, su desprecio por la rutina y su entusiasmo, me han permitido construir esta casa. Con toda mi gratitud y la lealtad de mi amistad”Robert Mallet-Stevens

Detalle de las escaleras del playroom infantil. Foto propia.
Detalle de las escaleras del playroom. Foto propia.

Al comprar el vasto terreno, Paul Cavrois tenía en mente mandar a construir una casa anglonormanda típica del barrio de Croix y ya había elegido el arquitecto encargado de idearla. Pero, durante una estancia en París con motivo de la Exposición de Artes Decorativas, Cavrois se enamoró del diseño industrial que estaba en auge en el momento. Las formas geométricas y los materiales nobles se traducían en construcciones simples pero duraderas y confortables, típicas de un movimiento arquitectónico racional que surge tras las consecuencias devastadoras de la Primera Guerra Mundial. Durante la Exposición conoció a Robert Mallet-Stevens, un arquitecto francés que había trabajado mucho en la zona del sur de Holanda y entendía a la perfección lo que Cavrois buscaba. Juntos, hicieron un recorrido por sus obras terminadas en Holanda y Bélgica y fue en este momento que Cavrois decide que Mallet-Stevens sería el arquitecto de su futura casa.

Espacio de recreación junto al hogar. Foto propia.
Espacio de recreación junto al hogar. Foto propia.

Mallet-Stevens fue parte de la Union des Artistes Modernes (UAM), que fue consolidada, entre otros, por el famosísimo Le Corbusier, y que aspiraba a promover las emergentes tendencias del modernismo y la industrialización en el arte. Se dedicó, sobre todo, a idear casas y departamentos para clientes privados. Es más, una calle lleva su nombre en el 16eme arrondissement de París porque allí se concentran varias de sus obras.

El impasse: Segunda Guerra Mundial y ocupación nazi

Al recorrer la casa reconstruida, es difícil imaginar todo lo que allí aconteció y el estado de degradación en el que supo estar. Sus inicios fueron como casa de familia que vio crecer a una generación albergando decenas de personas viviendo bajo un mismo techo y con el mismo objetivo: crear un día a día agradable en un contexto pujante. Pero, de un día para el otro, esos sueños se vieron interrumpidos. La familia tuvo que abandonar lo que había construido para moverse a un destino incierto marcado por la guerra. Como se explica en el sitio web villacavrois.org:

“Las tropas alemanas ocuparon la villa del 28 de mayo de 1940 al 2 de septiembre de 1944. Se sabe que en 1942 se alojaron allí 200 soldados. Fue requisado en la liberación por las fuerzas francesas del interior del 3 al 20 de septiembre de 1944, y luego ocupado por una compañía de trenes del 21 de septiembre de 1944 al 25 de julio de 1945. Sin embargo, Paul Cavrois no volvió a su casa hasta enero de 1947”

La cocina durante la ocupación nazi. Cortesía de villacavrois.org
La cocina durante la ocupación nazi. Cortesía de villacavrois.org.

Paul Cavrois fallece al tiempo de haber vuelto a su casa. Afortunadamente, llegó a reconstruirla en su mayoría. La familia continuó viviendo en la Villa hasta la muerte de la esposa de Cavrois en 1986, año en que es vendida a un hombre de la zona que luego la dejó abandonada. Así fue que pasó a ser un espacio deshabitado y corroído por la naturaleza y algunos visitantes ocasionales hasta que el estado francés decide ocuparse de ella.

La restauración: un trabajo monumental

Imagen comparativa antes y después de la reconstrucción cortesía de francetvinfo.fr

Llegado el año 2000, y después de todo lo vivido, la Villa Cavrois se encontraba en un estado deplorable. Infiltraciones de agua, árboles creciendo en el interior, muros destruidos, grafitis en las paredes. La que alguna vez había sido una joya y ejemplo de la arquitectura moderna se había convertido en un espacio inhabitable, corroído por los años y sus invasores casuales.

Imagen previa a la restauración, cortesía de windeko.fr
Imagen previa a la reconstrucción, cortesía de windeko.fr

En el año 2001, y por insistencia de los habitantes de la zona, el estado francés decide comprarla y comenzar la faraónica reconstrucción respetando los originales. Afortunadamente, Mallet-Stevens había fotografiado el proceso de construcción. Es más, existe un libro que fue publicado cuando terminó la obra. Pero no todos los archivos habían sido publicados y los restauradores no contaban con material suficiente para completar la renovación respetando integralmente la obra original. Finalmente, tras mucha investigación, gran parte del material fue recuperado en un centro de conservación de archivos en Canadá. Así, se logró restaurarla a su versión original y habilitarla para que el público pueda recorrer todos sus rincones que emanan el glamour de su versión original.

Lo impresionante de la Villa Cavrois es que es una construcción que no solo fue de avanzada e innovadora en el momento en que se construyó sino que sus paredes conocieron las más diversas realidades. De un comienzo pujante y con miras al futuro, pasó sorpresivamente a ser una casa tomada en el contexto de una guerra mundial, para luego volver a ser hogar de la misma familia durante algunas décadas, para ser nuevamente una casa abandonada y, hoy en día y tras años de estar en obra, ser un museo.

Y lo que más me llama la atención es que es una casa. No es un edificio inmerso en una ciudad ni un castillo medieval sino que es es eso simplemente: una casa de familia.

Cierro el artículo preguntándome si tendrá más mutaciones, cuáles serían, y si llegaré a ser testigo de alguna de ellas. Ojalá que sí.

Otras fotos:

Podría poner mil más, pero me contuve y elegí las siguientes según su área.

Rincones de la cocina y de un baño

La cocina. Foto propia.
La cocina. Foto propia.
Heladeras y espacio de guardado hechos a medida. Foto propia.
Rincón de la cocina con vista al jardín. Foto propia.
Baño de adultos. Foto propia.

Las vistas desde los ventanales fundiéndose con el entorno

Se prioriza al máximo la entrada de luz natural en una región en la que no abundan los días soleados. Foto propia.
Ventanal y salida al exterior desde el salón. Foto propia.
Descanso de escalera en el ala de los adultos. Foto propia.
Entrada al salón desde el recibidor. Foto propia.

Tomas exteriores

La terraza del ala infantil. Foto propia.
La entrada principal de la Villa Cavrois.
La entrada principal. Foto propia.
La piscina. Foto propia.
Garajes abiertos. Foto propia.
El timbre de la puerta de entrada. Foto propia.
El reparo de la entrada y sus detalles de toma de luz natural. Foto propia.

El subsuelo

Laundry service. Foto propia.
Los vastos corredores. Foto propia.

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María Paula Muzzachiodi

Argentina en Francia | Traductora de inglés + Content writer free-lance | Fan de la pop culture, la arquitectura y la política