El retorno de figuras pop en The White Lotus
O una oda a HBO
Llega septiembre y, con la llegada del otoño en el hemisferio norte, llegan los estrenos y las nuevas temporadas de las series. Pero este septiembre ya nos tenía en vilo frente a la pantalla esperando el final de la serie del verano de HBO, The White Lotus.
En pocas palabras y evitando spoilers, The White Lotus es una serie dirigida por Mike White (guionista de Escuela de rock y Enlightened, entre otras) que sigue el día a día de unos diez excéntricos personajes durante una semana de vacaciones en un resort exclusivo de Hawái. Tenemos una pareja de recién casados, una familia tipo, una mujer de mediana edad en duelo por la muerte de su madre y los trabajadores del hotel, claro.
Creo que todo en la serie está impecablemente logrado. La banda de sonido, obra de Cristobal Tapia de Veer (que nos ofrece la lista completa de la banda de sonido en su perfil de Spotify) está constantemente ligada a Hawái y su cultura tiki. Nos remite al aloha, a olas de varios pisos de alturas, a las camisas hawaianas y al relax en un paraíso. En la serie, la música sigue los mismos tonos, es intrigante y genera expectativa constantemente, pero también respeta muchos silencios.
El creador Mike White, que escribió y dirigió los seis episodios de la serie, dijo que quería “una música que te haga sentir que va a haber algún tipo de sacrificio humano en algún momento”. El objetivo era una sensación de “ansiedad tropical”, dijo. “Cristóbal lo consiguió, y mucho más”. El resultado es una banda de sonido hipnótica que nos pide más.
Por otro lado, la fotografía y sus colores, azules brillantes de día y dorados tenues al atardecer, también juegan un papel importantísimo y me recuerdan mucho a los de otra serie de HBO, Big Little Lies. Es más, el personaje de Reese Witherspoon en Big Little Lies me recuerda al de Connie Britton en The White Lotus: mujeres blancas, ricas, con consciencia de clase que intentan -hasta donde sus morales y sus bolsos Goyards las dejan- convertir nuestro mundo en un lugar más inclusivo. ¿Es esta la famosa TV woke?
Pero lo que más me llamó la atención (¡de manera muy positiva!) es el bombazo de figuras de la cultura pop que nos regala.
No solamente está Jennifer Coolidge, más conocida como la madrastra rubia superficial en tantas películas pochocleras de los 90/2000, sino que también tiene una aparición estelar la mismísima Molly Shannon, protagonista de Superstar, la increíble y muy incómoda película de finales de los 90. Podríamos decir que solamente faltó Alicia Silverstone en el papel de hija de Jennifer Coolidge (o en cualquier papel, de hecho).
La verdad es que todos los personajes tienen lo suyo: cada uno tiene una personalidad marcada, está atravesado por incertidumbres de su vida personal y del mundo en que vivimos, y también se distinguen por un nivel de egoísmo sin paralelos. Se puede decir que la serie funciona a modo de denuncia, o de llamado de atención cuanto menos, a determinado sector que accede a lujos que una gran parte del mundo no accede. Y hoy voy a hablar de tres de esos personajes entre los once principales que tiene la genial miniserie.
Tres personajes destacados de The White Lotus — y un bonus
1. Tanya McQuoid (Jennifer Coolidge)
Tras sus papeles de MILF en American Pie (¡la mamá de Stifler!), de madrastra malvada en La nueva cenicienta, de amiga soltera desesperada en Legalmente Rubia y con alguna aparición del estilo en Friends y 2 Broke Girls, Coolidge nos ofrece el rol más profundo de su carrera y Hollywood se está rindiendo a sus pies. Al comienzo parece ser solamente una mujer excéntrica y, aunque quizás lo sea, el adjetivo que mejor la definiría es perdida. Flota y las cosas suceden alrededor suyo, sin buscarlas.
Tanya se presenta como una persona impactada por la vida, arruinada por su madre, consumida por sus elecciones de hombres; en resumidas cuentas, prácticamente derrotada, pero que siempre encuentra un halo de luz que la rescata, al menos por un tiempo. Durante las mini vacaciones, estos halos fueron Belinda primero, y luego Greg, su fortuito encuentro casual que todo indica que cursa una enfermedad terminal.
Su comportamiento en general es tranquilo, habla lentamente y sus días consisten en no hacer nada excepto disfrutar de su acaudalada herencia. Por eso, en las escenas en las que su sensibilidad aflora tan salvajemente, como [SPOILER ALERT] la escena del barco con las cenizas de su madre, o la escena en la que quiere rechazar a su nuevo pretendiente porque dice está loca, nos sorprende con un masterclass de actuación.
La vestuarista Alex Bovaird hizo un trabajo excelente eligiendo los caftanes que Tanya usa durante toda la serie, y que no duda ni un segundo en mojar en el mar a pesar de su muy elevado precio. Sus vestidos brillantes con colores llamativos expresan todo lo que su personalidad y múltiples intervenciones estéticas no le permiten expresar.
2. Shane Patton (Jake Lacey)
Jake Lacey, parte de la rom-com Cómo ser soltera, personifica el típico estadounidense blanco privilegiado a la perfección. ¿Qué otra personaje hubiera, literalmente, got away with murder como él si no? Bueno, quizás Jonathan Fraser, el personaje interpretado por Hugh Grant en la genial The Undoing, también de HBO (¡duh!).
Shane, el personaje de Lacey, llega al hotel The White Lotus para pasar su luna de miel con su nueva esposa, Rachel. Es un tipo sumamente expresivo, con un con un cuerpo tonificado, pero no es de muchos movimientos en general. Todo su potencial está en sus expresiones faciales, que las conduce de un modo en que es imposible dejar de verlas. Es un personaje predecible y, justamente, es genial por eso mismo.
Como buen cliché de hombre blanco republicano, no le interesa la corrección política y es consciente de los privilegios que ser quien es conlleva. Ojo, no lo lleva al nivel de Roman Roy en Succession (una vez más, gracias HBO) pero no esconde que realmente piensa que su apellido y su acaudalada cuenta bancaria le permiten exabruptos que otros no podrían permitirse. Es más, Jake Lacey comentó en una entrevista que cree que, más allá de todo lo vivido en la serie, no cree que Shane haya aprendido nada.
Al mismo tiempo, es un personaje tan aniñado que, al igual que Roy, nos causa ternura y enojo al mismo tiempo por sus reacciones infantiles ante las “injusticias” que vive. Claro, no le asignaron la habitación que había elegido luego de haberla estudiado meticulosamente por internet y de haber pedido que le envíen vídeos extra por privado para comprobar que las imágenes que el hotel tenía publicado en su sitio web oficial sean una representación fiel de la habitación, ¡que les corten la cabeza!
3. Belinda (Natasha Rothwell)
Belinda es la encargada del spa del resort y es interpretada magistralmente por Natasha Rothwell. La describiría yo misma pero no podría hacerlo tan bien como Kathleen Newman-Bremang en este artículo de REFINERY29:
Belinda, la gerente del spa, es una persona inequívocamente buena y decente. Es una mujer negra cuyo único trabajo es atender a blancos -físicamente con masajes y tratamientos faciales, pero también emocionalmente con lecturas de Reiki y sesiones de terapia no oficiales- y sonreír a través de sus muchas microagresiones. En sí, Belinda no es más que otro miembro explotado del personal de The White Lotus.
En un comienzo, el personaje no estaba pensado para una mujer de color sino que para un hombre queer. Pero Mike White pensó que Rothwell sería una decisión acertada luego de reunirse con ella and boy, he was right. Quizás el hecho de que el personaje siga siendo parte de una minoría oprimida hace que sea tan efectivo como lo es.
Belinda es la única working class woman de la serie y es probablemente el único personaje que siente empatía y conexión con otros seres humanos, sobre todo cuando se está rodeada de personajes que, bajo la excusa de estar de vacaciones en un hotel alejado, están completamente ajenos a la realidad. Sus expresiones nos hacen sentir con ella toda la esperanza y el dolor que transita durante los seis episodios.
Bonus: Kitty (Molly Shannon)
Lo admito, incluí este personaje no por su importancia o la actuación, sino que por la icónica Molly Shannon, actriz que encarnó Superstar, esa película bizarra de 1999 en la que adultos interpretan personajes adolescentes y nos hace sentirnos increíblemente incómodos todo el rato. Es un spin-off (serie derivada) del satírico programa semanal Saturday Night Live.
Shannon interpreta a Kitty, la madre del niño Shane, quien irrumpe en la luna de miel de su hijo solo porque “estaba de paso” y decide quedarse unos días en el hotel. Su egocentrismo no se detiene ahí sino que, además, se refiere a la boda de su hijo como “su” boda y repite una y otra vez lo cansada que quedó por haberla organizado, para el martirio de su nueva nuera Rachel. Obviamente, está de acuerdo con su hijo en su cruzada por la habitación correcta y no se calmará hasta que se haga justicia.
Si bien nada de lo que hace Kitty es especialmente atroz, ¿no es suficiente con criar el crimen que es Shane? En última instancia, la culpa es del Dr. Frankenstein por crear el monstruo.
The White Lotus, concebida originalmente como serie “de relleno” para el verano estadounidense, es una delicia de seis episodios que nos mantienen en vilo uno tras otro. HBO le pidió a Mark White una serie atractiva pero no demasiado para que los televidentes tengan algo para pasar el verano. Hoy, tanto la productora como el director admiten que no esperaban el éxito que ha tenido, probablemente gracias al combo de grandes actores, música original y acertada y una dirección que no deja nada al azar. Pero, sobre todo, porque el mundo de lujos tan exclusivos a los que muchos no pueden acceder fascina, y el mundo audiovisual es un modo de acceder a él a bajo costo. Tanto ha gustado la serie que ya ha sido renovada para una segunda temporada con personajes distintos.
